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Mi práctica artística se centra en la construcción de memoria a partir de objetos cotidianos y culturales que funcionan como vestigios de una experiencia íntima y colectiva. Trabajo con boletas, anotaciones, juegos infantiles, materiales escolares y, más recientemente, con una colección de películas en VHS con sus carátulas originales y copias de renta del desaparecido Blockbuster.

 

Lo que me interesa no es el objeto en sí, sino su capacidad de activar recuerdos y situarnos en una temporalidad compartida. Estos fragmentos materiales condensan gestos mínimos de la vida diaria y, al mismo tiempo, remiten a prácticas sociales más amplias, como el consumo doméstico de cine en los años ochenta y noventa.

En este sentido, mi obra funciona como un archivo generacional. La acumulación de papeles, juegos o películas no es un ejercicio de nostalgia, sino una invitación a detenerse en aquello que dio forma a nuestra identidad cultural: los soportes y hábitos que marcaron una época y que hoy aparecen como restos en vías de desaparición.

 

Llevo estos elementos al terreno de la cerámica mediante procesos manuales de modelado y reproducción gráfica. En ese tránsito, los objetos descartados u obsoletos se transforman en artefactos esenciales: reaparecen en un nuevo reencuadre, donde lo íntimo se vuelve colectivo y cada pieza actúa como detonador de imaginación y memoria compartida.

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