Una carta doblada encontrada en el bolsillo de un jeans que no uso hace algunos meses, una boleta de la comida china que compramos el domingo pasado, diferentes anotaciones y post-it recordatorios de tareas domésticas, juegos de mesa y del aburrimiento de la infancia, algunos materiales de escuela en desuso mezclados en una caja, sobres de mensajería de compras por internet.
Yo colecciono estos objetos que son parte de mi universo personal, el residuo de los productos y de la vida cotidiana, objetos que me transmitan un sentimiento, un estado de ánimo o alguna ocasión en particular. Se podría decir que mi trabajo apunta a nuestro deseo de dar sentido al mundo que nos rodea y la forma en que proyectamos nuestras historias personales en objetos y lugares para crear nuestra propia realidad subjetiva. Me gusta jugar con la idea de familiaridad y el poder de la memoria y la asociación.
Archivo estos elementos y mi interés en ellos es tal que me lleva a tomarlos y atesorarlos al nivel de reproducirlos de manera realista en su forma y gráfica mediante oficios totalmente manuales. Objetos perdidos, descartados, olvidados o pasados por alto ahora son capturados y retenidos de forma cerámica en artefactos esenciales específicos de una nueva escena, un nuevo reencuadre para crear una narrativa y activar la imaginación y los recuerdos de quien los observe.