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Desdibujar una casa, cristalizar un recuerdo

La memoria ocupa un terreno inestable, situado entre lo vivido, lo imaginado y lo compartido. En esta exposición, Camila Pino Gay presenta fragmentos que rehúyen la totalidad: imágenes en semitono, bordes difusos y superficies que sugieren más de lo que revelan. Sus obras se proponen como objetos-disparador, capaces de activar recuerdos propios o ajenos, ciertos o ficticios, subrayando que la memoria no constituye un registro fiel, sino un artificio que fija instantes antes de desvanecerse.


Lejos de la nostalgia, la muestra se sitúa en un espacio ambiguo entre archivo y delirio. Pino Gay propone una arqueología emocional, en la que cada fragmento funciona como indicio, no para reconstruir un pasado verificable, sino para fabular infancias posibles, memorias compartidas y ficciones que también son verdades. En la cerámica, como en el recuerdo, habita la imagen diluida, la mímesis engañosa y el artificio: ruinas de la memoria, ruinas de algo que tal vez nunca estuvo en pie.


Cada obra propone una microarqueología afectiva que evidencia la construcción de la memoria, la precariedad de los objetos y la tensión entre lo íntimo y lo colectivo. En este marco, lo incompleto no representa ausencia, sino posibilidad. Un recuerdo difuso es un relato abierto. 
Pino Gay plantea un espacio donde memoria e imaginación convergen, donde el olvido es posibilidad y donde todo acto de recordar implica, inevitablemente, un gesto de invención.

Galería EnLlamas, Guadalajara. Septiembre 2025

Texto: Michelle Castillon 

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